miércoles, 22 de agosto de 2012

La rosa de pasión


Mientras Rossella buscaba en su biblioteca un libro para completar la información que necesitaba, se encontró con el pequeño libro de Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, recordó cuando en la secundaria tuvo que analizar sus leyendas para la clase de literatura, no era el libro que buscaba, pero igual lo tomó en sus manos, se sentó en el piso y comenzó a leerlo, mientras lo hacía, del libro salió como liberándose de tanto tiempo de encierro, un pétalo seco de rosa roja, hojeo el libro y ahí estaba la rosa seca entre las hojas amarillas y las rimas de Bécquer, Dante se la había regalado el día que se conocieron en un evento, al que había ido, donde su amiga periodista recibía un premio por el programa de radio que tenía.

Recordó como Dante tomó la rosa de uno de los centro de mesa, la beso y se la dio, volvió a sentir el mismo rubor en sus mejillas que en ese momento, esa fue la primera de muchas flores que Él le regalaría en su relación y ahí se pregunto ¿relación?, los años habían pasado; en ese momento Rossella sintió que la vida, se le había ido como agua entre los dedos, sentada en el frío piso de cerámica frente a su biblioteca, con el libro abierto, volvió a  leer esas rimas que la enamoraron en su adolescencia, se volvió adolescente otra vez y a viva voz se puso a recitar:

Los suspiros son aire y van al aire!
Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?

Y se sintió llena de vida, siguió recorriendo sus páginas amarillas, los textos marcados, como todos sus libros, tienen su huella, siguió leyendo, y mientras leía, su mente volvió a la noche en que Ella y Dante se conocieron, con ese amor apasionado que los había envuelto en sus brazos, hoy solo era una mueca, una costumbre en la que los dos cumplían un papel de novios eternos, amantes rigurosos y pareja feliz, para quienes los miraban por el cristal rosa que Ellos  habían creado para los demás.

Se preguntó ¿cuando fue la última vez que sintió mariposas en el estómago?, ¿cuando fue la última vez que Dante le regaló una rosa?, ¿cuando fue la última vez que se amaron como si fuera la primera vez?, así como las fichas de un dominó que uno ubica para que caigan una tras otra, así fueron cayendo en su cabeza todas sus respuestas, la vida se le había escapado entre los dedos, como ese pétalo que quería salir del libro, eso sintió mientras leía las rimas, ahora un nudo en el estómago, no la dejaba respirar, se preguntaba donde estaba ese amor en el que había creído, que les había pasado a Ella y Dante, cuando se conocieron navegaban en un océano de pasión, todas las semanas Él le regalaba una rosa roja y Ella le dejaba en la almohada una poesía había escrito, el amor los había hecho su esclavo y Ellos se dejaron esclavizar por el, ¿cuando fue que la rutina se les metió en la piel y el amor se fue por la ventana?.

Siguió repasando su vida junto a Dante, no había sido mala, los dos crecieron juntos, pero su amor, su amor dejo de crecer, volvió a preguntarse ¿cuando fue?, enseguida se pregunto si esto solo le pasaba a Ella o era algo que a los dos les pasaba, como saberlo, ya no recibía una rosa roja todas las semanas, con suerte recibía una en su cumpleaños o en el aniversario y Ella ya no le dejaba una poesía en la almohada todas las semanas, con los ojos llenos de lágrimas, la vista borrosa leyó:

Fingiendo realidades
con sombra vana,
delante del Deseo
va la Esperanza.

Y sus mentiras
como el Fénix renacen
de sus cenizas.

Se pregunto si su amor, si el amor que se tenían podía renacer de las cenizas, cual ave fénix, en ese momento la rosa cayó del libro, como un presagio de que todo estaba terminado y esa rosa roja símbolo de una pasión que hace tiempo no existía, cayó al piso,  en otro momento la hubiera vuelto a poner entre las hojas del libro, hoy nada de esos sentimientos existían; dejo la rosa en el piso, tomó el libro, se levantó del frío piso en el que estaba sentada, se dirigió a la habitación, miró su cama, la que compartía con Dante desde hacía tanto tiempo, y en la que sólo compartía un lugar, el lado derecho de la cama, cada uno de su lado y no mezclados, entrelazados como antes, vio los libros en la mesa de luz de su lado, el cargador de la computadora en la mesa de luz del lado de Dante, se pregunto ¿cuando fue la última vez que durmieron abrazados? sin separarse hasta el otro día y no pudo recordarlo, ahora las lágrimas corrían por su rostro.

Buscó el cuaderno que tiene en su costado de la cama, abrió el libro de rimas y escribió en el cuaderno:

¿Quieres que de ese néctar delicioso
no te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
y déjale después.

¿Quieres que conservemos una dulce
memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho y mañana
digámonos adiós!

La dejo sobre la almohada de Dante, abrió el placard, tomó la valija, sacó su ropa, la guardó, tomó el libro de rimas, pidió un taxi, cerró la puerta y se fue, sin rumbo, a buscar el amor, la pasión que la habían abandonado y la hacía sentir como esa rosa marchita entre las hojas del libro.

* Las rimas que transcribí son de Gustavo Adolfo Bécquer (Escritor Español), quien me acompañó en mis años de adolescencia.


Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica - Fotógrafa

E-mail: stellamarisleonegeraci@gmail.com





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