viernes, 31 de agosto de 2012

Ángel


Andreina salió de trabajar eran  las cinco de la tarde, ese día no quería volver a casa, quería un tiempo para Ella, estaba cansada de la rutina que día a día la llevaban a realizar los mismos movimientos continuos desde hace tantos años,  se casó con Pablo cuando tenía 22, y el 25,  hoy es el día de  su aniversario número veinte, así y todo, no quería volver a casa, no tenía nada planeado para realizar como festejo, otras veces salían a cenar solos, y luego pasaban la noche en un hotel, otras se quedaban solos en casa y los chicos en la casa de su Mamá, esta vez no planifico nada, no dijo nada, cuando se despertó por la  mañana, se levantó como otro día más, preparó el desayuno, despidió a su familia, como todos los días, Pablo no le dijo nada sobre el aniversario, le dio un beso en la mejilla y se fue, recordó en ese momento cuando le daba un beso  apasionado antes de irse a trabajar, ordenó lo poco que quedaba fuera de lugar y se fue a su trabajo, así continuó el día, al salir, pasó por el bar que estaba a mitad de camino entre el trabajo y su casa, decidió entrar.

Sacó su computadora, pidió un café y una porción de  torta de chocolate, se dijo ¿porque no? es mi aniversario (con una mueca de sonrisa en el rostro) mientras leía los diarios por internet y comia la torta, Ángel apoya su mano en el hombre de Andreina, le da un beso en la mejilla, se conocían desde que iban a la escuela secundaria, Ella se sorprendió primero hacía años que no se veían y luego se le iluminó el rostro, Él se sentó a su lado y le dijo - te vi por la ventana, tan concentrada en la pantalla y la torta de chocolate, que me dije, le tengo que dar un beso -, se rieron, siempre lo hacían cuando estaban juntos, cerró su computadora, pidieron otro café y comenzaron a hablar, mientras compartían la torta, cuando miraron a su alrededor, vieron que era tarde, pero no les importo, no le importo a Andreina, hacía tanto tiempo que no la pasaba también, que se quedó sentada al lado de Ángel, en un momento el celular sonó, lo miró y lo dejo sonar, Ángel la miró y le pregunto - no vas a atender -, Ella hizo un silencio profundo y  le contó, lo que le estaba pasando, Él la miró con esa mirada cómplice como cuando eran compañeros de banco y la invitó a cenar; después la llevó hasta su casa, antes de bajar del auto Ángel le pregunto, - ¿queres que mañana nos encontremos a tomar un café y charlar? -, Ella lo miró y le dijo - si -, cuando entro a la casa, todos estaban haciendo sus cosas, solo su hija, le pregunto como estaba, le dijo que la llamó para contarle algo, la llevó a su habitación y le contó como ese chico de la escuela que tanto le gustaba la había besado, Ella la miró con los ojos llenos de lágrimas, Antonella le pregunto - ¿te pasa algo Mamá? -, - no claró que no -, le respondió - me pone feliz por vos -, luego tuvieron una de esas charlas que solía tener con Antonella, y la de hoy llegó un poco más  allá, le habló sobre los sueños y el amor que nunca debía abandonar.

Ya en la habitación por un momento pensó que Pablo le diría algo cuando estaban solos, pero no fue así termino de contestar sus correos electrónicos, apagó la computadora, le dio un beso en la mejilla a Andreina, apago la luz y se puso a dormir, en ese momento se sintió tan sola y pequeña que no podía respirar, se quedo un rato en la cama sin decir palabra, sin moverse, no quería que Pablo notara su pena, se levantó en silencio, fue a la cocina, preparó una taza de té y se quedo sentada en la penumbra, iluminada por  una luz que entraba desde el jardín, ahí su cabeza empezó a pasar lista, y se dio cuenta que en los últimos años fue Ella quien recordó la fecha de su aniversario, Pablo en los primeros años solía preguntarle  -¿que hacemos este año, para nuestro aniversario?-, hacía tiempo que Él no le decía nada y no hacía nada,  ahí en el silencio de la noche, solo interrumpido a veces por los sonidos que venían de la calle, comprendió, que estaba viviendo en una fantasía, de la familia perfecta, el marido perfecto, el amor perfecto, la taza de té se había enfriado y Ella seguía ahí viendo como  su vida pasaba como en esas películas mudas, se hizo la hora del desayuno, lo preparó como siempre, siguió su rutina como la tenía ensayada desde hace tantos años, fue a trabajar pero ese día no podía concentrarse entre el darse cuenta que su vida no era perfecta y encontrarse con Ángel su cabeza saltaba de pensamiento en pensamiento.

Salió antes del trabajo, apago el celular y se fue al bar a esperar Ángel; pero, Él estaba en la puerta esperándola, la miró con una gran sonrisa, le dijo - ¡¿todo bien?!, vamos a otro lugar, más tranquilo -, lo miró, asintió con la  cabeza y ahí partieron, terminaron en un bar frente al río en el Puerto de Olivos, pasaron el resto de la tarde hablando de su vida, Ángel es viudo (hacía unos años un camión, que perdió el control chocó el auto que manejaba su mujer, en el también  viajaba su hija, el dolor se había convertido en su compañero, aunque el se ponía una máscara todos los días para salir a la calle) entre confidencia y confidencia  Ella también le contó su vida, recordaron los años de secundaria, las bromas que Ángel inventaba para escapar de alguna prueba, y así llegó nuevamente la noche, se quedaron un rato mirando el río
Ángel le dijo - te llevo -,
Andreina le pregunto - ¿a donde?
Ángel - a tu casa -
Andreina - ¿mi casa?, ya no se si esa es ¿mi casa?, es un lugar al que voy todos los días, el que cuido, y mantengo como un pequeño castillo naipes para que no se caiga con un viento fuerte, hoy quiero ser el viento que tire abajo ese castillo; ¿Vos podés ayudarme a soplar?
Ángel, la miró a los ojos, hizo silencio, respiro profundo y después le dijo - ¿estás segura de querer ser el viento que tire ese castillo?
Andreina, le tomó la mano, enseguida le respondió - quiero vivir y si vos no me acompañas, busco en otro lugar -, era un pedido de auxilio, que le hacía a la vida, aunque su tono de voz era bajo, su grito era escuchado por el universo.

Se quedaron tomados de la mano, frente al río, hasta que la brisa  fría los envolvió, Él la abrazó con ternura y protección, sabía que aunque podía tenerla, que era el momento, pero no quería que un instante los lastimara para el resto de sus vidas, ya había demasiado dolor en la de cada uno para sumar una noche más,  era tarde para seguir mirando el río, le dijo - te propongo algo, vení a casa, descansas tranquila y después decidís que vas a hacer -, Ella lo miró y asintió con la cabeza, le cedió su cama, le dió una remera para que pudiera dormir,  Él se acostó en el sillón del living; cuando Andreina despertó eran cerca de las 11 horas nunca había dormido tanto, el desayuno estaba listo en la mesa de la cocina, había una nota, que decía: “no quise despertarte, quédate cuanto quieras, si queres irte, cerra, deja la llave en el buzón, yo paso por el bar, si no estás, imagino que estás acá o en tu casa, no te hagas problema, si necesitas algo te dejo el número, besos. Ángel”, Andreina desayuno, revisó su teléfono y vio varias llamadas perdidas, se vistió le dejo una nota: “ voy a mi casa tengo algunas que resolver, cualquier cosa te llamo. Besos. Andreina”.

Cuando llegó a su casa, Pablo la esperaba, la miró fijo y casi gritando le dijo - ¿donde estabas?, te estuve buscando por todos lados, no respondías el teléfono, ¿se puede saber que te paso? -, lo miró, se sentó en el sillón y le pregunto - ¿no sabes que me pasa?, veinte años de un matrimonio en el que cada uno tomó su camino, y no es un reproche,  cuanto hace que no pasamos un tiempo solos, no nos abrazamos para dormir, o salimos a caminar por el barrio tomados de la mano, cuantó hace que no me tomas como una mujer y yo no te tomó como un hombre, cuanto hace que no me acarcias desnuda y yo no pregunto ¿porque? hace tanto tiempo que sostengo para vos y para el resto este castillo cristal en el que los dos fingimos ser los amantes perfectos, el matrimonio perfecto y no se cuanto más, que me olvide de ser mujer, cumplimos veinte años de matrimonio y ninguno de los dos dijo nada, el silencio y la apatía nos gano, se apoderó de nosotros y nosotros no hicimos nada, ¿todavía queres saber que me pasa? -; Pablo se quedó en silencio mirando por la ventana, Ella sentada en el sillón, en algún momento se hizo de noche y los dos seguían en el mismo lugar  en silencio, hasta que Andreina se levantó y le dijo necesito un poco de aire, mi Mamá se puede quedar con los chicos por un tiempo, hasta que vos y yo arreglemos nuestras cosas, fue a la habitación tomó un bolso, puso algo de ropa, llamó a su madre, le explico todo, la madre le dijo - era hora que te quitaras el velo de los ojos, no te preocupes por los chicos, ¿tenes donde quedarte?, - si - le respondió, bajó las escaleras, lo miró a Pablo le dió un beso en la mejilla y le dijo - en la semana te llamo -, Él asintió y le dijo - mañana me llevo mis cosas -.

La noche estaba en silencio, el cielo era de un negro profundo y los cuernos de la luna era lo único que rompía esa negrura,  el viento golpeaba en su cara, caminó unas cuadras, llamó por teléfono a Ángel, cuando Él atendió le dijo - te estoy esperando -; tomó un taxi, llegó a la casa de Ángel, y Él la esperaba en la puerta,  (a lo lejos desde alguna ventana se filtraba la voz de Pavarotti cantando Nessun Dorma) no espero a entrar en la casa,  en ese mismo instante la tomó entre sus brazos y la beso como siempre había querido hacerlo y como nunca lo había hecho, el taxista los miraba por espejo retrovisor mientras se alejaba y pensaba hoy  es una muy buena noche; esa noche Andreina se sintió viva nuevamente y Ángel abandonó su dolor y su máscara.


Stella Maris Leone Geraci
Artista Plástica - Fotógrafa

E-mail: stellamarisleonegeraci@gmail.com





No hay comentarios:

Publicar un comentario